Aprender a construir relaciones significativas es necesario para dar sentido a tu vida emocional. En este artículo, te proporciono claves para desarrollar conexiones auténticas y saludables con quienes te rodean 😉
Que tu tribu sea tu aliada siempre
Las relaciones son el corazón de nuestras vidas. A lo largo de nuestra existencia construimos vínculos con familiares, amigos, parejas, colegas e incluso con nosotras mismas. Tú sabes igual que yo que este mundo en el que vivimos a menudo prioriza las apariencias y la rapidez. Así que aprender a crear relaciones profundas, auténticas y significativas se convierte en un acto casi revolucionario. Así que, ¿cómo podemos asegurarnos de que nuestras relaciones sean significativas? ¿O que no repitan patrones difíciles, incómodos o tóxicos? ¿Qué es lo que verdaderamente hace que una relación nos nutra en lugar de agotarnos?
Muchas veces, nos encontramos atrapadas en relaciones que nos dejan vacías, que no nos ofrecen el apoyo o el crecimiento que necesitamos. Sin embargo, construir relaciones que verdaderamente nos enriquezcan requiere algo más que tiempo: requiere autoconocimiento, autenticidad y comunicación. Que son justo los tres pilares de mi metodología y también del espíritu de cualquier Introvisionaria, ¿no crees? 🙂
LA IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES AUTÉNTICAS
Una relación auténtica es aquella en la que te sientes segura para ser tú misma, sin miedo a ser juzgada o rechazada: sin máscaras, sin miedo al juicio y desde un lugar de respeto mutuo. En este tipo de relación puedes mostrarte vulnerable y compartir tanto tus alegrías como tus “mierdas”, tus dolores, tus súper sueños en el horizonte… sabiendo que la persona que está al otro lado te escuchará con empatía. No hay necesidad de aparentar, de “ser perfecta” o de ocultar tus emociones delante de ellas. Y éste es el tipo de conexión que verdaderamente nutre y nos aporta un sentido profundo de pertenencia y amor: cuando tenemos ese tipo de relaciones nos sentimos completas o al menos bastante plenas a nivel emocional, pero es que también nos empoderan, porque es una especie de “recuerdo” viviente de que sabemos quiénes somos en esencia.
Sin embargo, no siempre es fácil construir conexiones auténticas. A menudo, nos encontramos atrapadas en dinámicas relacionales que no nos llenan, que nos hacen sentir incomprendidas o, peor aún, que nos llevan a traicionar nuestra propia esencia para complacer a los demás. También nos podemos descubrir en relaciones donde nos sentimos incomprendidas o donde nuestras emociones no son validadas. Lo más difícil de todo esto es que, sí, vale, nos damos cuenta de que eso está pasando, pero… o no sabemos cómo hemos llegado ahí o no disponemos de herramientas o pautas para cambiarlo. ¿Por qué sucede esto? Porque la gran mayoría de las veces esta forma de fabricar nuestras relaciones es completamente inconsciente.
La ciencia va demostrando en algunos de sus estudios recientes que la calidad de nuestras relaciones tiene un impacto directo en nuestro bienestar emocional. Según un estudio de Harvard que ha seguido a personas a lo largo de más de 75 años, las relaciones cercanas y de calidad son uno de los factores más determinantes en la felicidad a largo plazo. Es decir, no se trata tanto de la cantidad de relaciones que tenemos, sino de la calidad de las mismas. Otro realizado por la Universidad de Michigan reveló que las personas que se sienten auténticas en sus relaciones tienen niveles más bajos de estrés y ansiedad, lo que se traduce en un mayor bienestar general. Esto se debe a que, cuando nos permitimos ser auténticas, eliminamos la carga emocional que supone “actuar” o “aparentar” algo que no somos 😊.
Es muy importante que tengas en cuenta que las relaciones auténticas no solo son un alimento emocional para nosotras, sino que también nos vienen a ratificar quiénes somos realmente. Con quiénes y cómo nos relacionamos hablan de cómo es nuestra perspectiva de las relaciones desde “dentro”. ¿Me explico?
ROMPIENDO CON LAS RELACIONES TÓXICAS o INTOXICADAS
Uno de los grandes desafíos (si no el más grande) para construir relaciones significativas es aprender a identificar y romper con aquellas relaciones que son tóxicas o superficiales. Esas conexiones que, en lugar de nutrirnos, nos drenan emocionalmente, nos hacen sentir pequeñas, por debajo del otro o menos valoradas (¡cuidado! porque puede que descubras que quien drena o hace sentir pequeñxs a otrxs eres tú). Y ojo, porque ese drenaje, esa inmadurez emocional, no es tan fácil de percibir como a priori podría parecer…
Para muchas mujeres ( y yo soy una de las que pasó por ahí) romper con estas dinámicas puede ser un proceso doloroso, sobre todo si hemos aprendido a complacer o a priorizar las necesidades de los demás por encima de las nuestras. Algo, dicho sea de paso, muy común en las mujeres. Esto además, la complacencia, el rol de salvadora o de cuidadora, son dinámicas muy asentadas y muy aceptadas a nivel social, por lo que mirarlas desde un lugar neutro puede ser realmente retador. ¿Quién vas a a ser tú para juzgar que esa dinámica no es amor incondicional? Ay… daría para un debate. Pero sólo como puntilla recalco que el amor incondicional habla de dar y de recibir en la misma intensidad, o que la compasión no es completa si no comienza en una misma.
Sigo, que me lío. Decía que retar lo establecido o lo que se da por sentado como “normal” o “bueno” puede ser un reto. Sin embargo, es fundamental aprender a poner límites saludables, algo que nos devuelve a nosotras mismas y nos permite construir relaciones desde la autenticidad. Y cuando hablo de límites no sólo me refiero a los externos (es decir, con otras personas), sino también a los internos (o sea, con nosotras mismas). Y aquí entran en juego los valores, los principios o las creencias que, en ocasiones, están permeadas o tamizadas por lealtades inconscientes. Y ahí, créeme, hay mucha miga.
Una reflexión interesante es la que nos ofrece Pia Mellody en su libro “Codependencia” (Facing Codependence en inglés), donde habla de cómo la codependencia a menudo surge de patrones de relación disfuncionales aprendidos en la infancia. Liberarse de estas dinámicas es esencial para crear relaciones más sanas y auténticas. Y, realmente, romper con las relaciones que nos drenan (emocionalmente, energéticamente y hasta espiritualmente) es un acto de autocuidado y amor propio.
Déjame que haga una pausa, porque voy a hacer hincapié en algo que necesito que comprendas desde ya. A menudo escuchamos hablar de “personas tóxicas”, pero esta terminología puede ser engañosa y peligrosa. Nadie es intrínsecamente tóxico. No. NADIE. Lo que ocurre es que algunas relaciones se intoxican debido a patrones de comunicación disfuncionales, expectativas no cumplidas o heridas emocionales no sanadas. También puede ser que epigenéticamente exista una predisposición a ello o que durante la gestación hayamos compartido con nuestra madre episodios complejos que se han quedado grabado en nuestras células…
El caso es que es importante hacer esta distinción: una persona puede estar pasando por un mal momento, tener dificultades para gestionar sus emociones o incluso replicar patrones aprendidos en su infancia… Y esto no significa que esa persona sea tóxica. La que es “tóxica” es la dinámica que se establece entre dos personas. En una relación intoxicada, puede haber manipulación, falta de respeto, control o falta de empatía… Y esto es lo que la convierte en perjudicial para ambas partes.
Imagina, por ejemplo, una relación en la que sientes que cada vez que expresas tus emociones, la otra persona se siente atacada o reacciona a la defensiva. Con el tiempo, es probable que dejes de compartir lo que sientes, creando una barrera de comunicación que hará que te sientas sola o incomprendida. Aquí, lo “tóxico” no es la persona, sino la dinámica de comunicación que ha surgido en esa relación.
Un estudio de la American Psychological Association sobre relaciones tóxicas destaca que, en la mayoría de los casos, estas dinámicas surgen de problemas de comunicación y de patrones de apego aprendidos en la infancia. ¿Qué significa esto? Pues esto significa que, si queremos transformar nuestras relaciones, debemos comenzar por mirar hacia dentro y sanar esas heridas que arrastramos.
LA ESCUCHA ACTIVA: EL PUENTE HACIA LAS RELACIONES CONSCIENTES Y SIGNIFICATIVAS
La escucha activa es una de las herramientas más poderosas para transformar nuestras relaciones. ¿Cuántas veces te has encontrado en una conversación con tu pareja, tus hijos o una amiga, pero sin estar realmente presente? A veces, estamos tan ocupadas pensando en nuestra respuesta, en lo que vamos a decir a continuación, que olvidamos algo fundamental: escuchar.
Escuchar activamente significa estar presente, con toda tu atención y empatía, en el momento de la conversación. No es solo oír las palabras, sino también captar el tono, el lenguaje corporal y hasta lo que no se dice explícitamente. Este tipo de escucha crea un espacio seguro para que la otra persona se sienta comprendida y valorada.
Te dejo un ejemplo que a lo mejor te salva de un mal rato con tu “partener”: en una conversación con tu pareja puedes practicar la escucha activa dejando de lado tus preocupaciones inmediatas y centrando toda tu atención en lo que él o ella te está diciendo. En lugar de pensar en cómo vas a responder, concéntrate en comprender realmente su punto de vista. Si te dice: “Hoy ha sido un día difícil en el trabajo”, en lugar de responder de inmediato con un consejo, podrías decir algo así como: “Cariño… cuéntame más, quiero entender cómo te sientes”. Esa simple frase abre la puerta a una conexión más profunda.
La doctora Harriet Lerner, experta en psicología de las relaciones, habla de la importancia de la escucha activa en su libro La Danza del Miedo. Señala que escuchar sin interrumpir, sin juzgar y sin ofrecer soluciones inmediatas, crea el espacio necesario para que el otro se sienta visto y validado, lo que refuerza los lazos emocionales.
En una línea parecida Marshall B. Rosenberg, el creador de la Comunicación No Violenta, plantea que detrás de cada acción humana hay una necesidad no satisfecha. Aprender a identificar esas necesidades tanto en nosotras como en los demás puede transformar por completo la forma en que nos comunicamos y nos relacionamos.
EL
Patrones que Nos Impiden Construir Relaciones Significativas
A lo largo de nuestra vida, muchas de nosotras desarrollamos patrones emocionales y de comportamiento que nos impiden conectar de manera auténtica con los demás. No te lleves las manos a la cabeza. Suele ser algo natural y habitual y tienden a estar relacionados con nuestras heridas de infancia, nuestras experiencias pasadas y los modelos relacionales que hemos aprendido a lo largo de los años. Y, aunque a menudo son inconscientes, moldean la forma en la que nos relacionamos y pueden convertirse en verdaderas barreras que nos alejan de la calidad de las relaciones que realmente deseamos. Te voy a ayudar a profundizar en algunos de los más comunes y en cómo puedes comenzar a romper con ellos.
Miedo a la Vulnerabilidad
Uno de los mayores obstáculos que nos impide construir relaciones profundas es el miedo a la vulnerabilidad. Mostrar nuestras emociones, nuestras inseguridades, y aquello que consideramos “defectos” puede ser aterrador. Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado a mantener la guardia alta, a no mostrarnos demasiado “débiles”, y este temor a la vulnerabilidad puede llevarnos a ocultar nuestras verdaderas emociones.
Sin embargo, la vulnerabilidad es el corazón de las relaciones auténticas. Como explica Brené Brown: “La vulnerabilidad es el núcleo, el corazón y el centro de las experiencias humanas significativas.” Al no permitirnos ser vulnerables, nos estamos negando la posibilidad de conectar verdaderamente con los demás. Las relaciones profundas requieren de apertura, de compartir quiénes somos realmente, incluso nuestras partes más frágiles.
La la psicóloga española Silvia Congost en sus talleres, entrevistas y charlas destaca la importancia de la vulnerabilidad como clave para la autenticidad en las relaciones. Según Congost, “la vulnerabilidad no es debilidad, es el valor de mostrarnos tal y como somos”. Ella argumenta que, al no permitirnos ser vulnerables, nos negamos la posibilidad de una conexión genuina. El temor a ser heridos nos aleja de la intimidad emocional, pero al aprender a aceptar nuestra vulnerabilidad, nos acercamos a relaciones más profundas y significativas.
Por ejemplo, imagina que estás en una relación donde constantemente ocultas tus verdaderos sentimientos por miedo a ser rechazada o juzgada. Esto crea una desconexión emocional, donde la otra persona no puede conocer tu verdadero ser. Romper este patrón implica dar pequeños pasos hacia la apertura emocional, permitiendo que la otra persona vea quién eres, y confiando en que serás aceptada tal como eres.
La Necesidad de Aprobación y Validación Externa
Otro patrón que obstaculiza nuestras relaciones es la constante necesidad de aprobación y validación externa. A menudo, buscamos la validación de los demás para sentirnos bien con nosotras mismas. Esto nos lleva a moldear nuestra conducta y nuestras decisiones en función de lo que creemos que los demás esperan de nosotras, lo que puede dar lugar a relaciones superficiales y desconectadas.
Cuando buscamos constantemente la aprobación de los demás, dejamos de ser auténticas. En lugar de expresar lo que realmente pensamos o sentimos, decimos lo que creemos que los demás quieren oír. Esto genera un desequilibrio en nuestras relaciones, ya que la autenticidad se pierde y, con ella, la posibilidad de una conexión genuina.
Imagina que en una amistad, siempre dices que “sí” a todo por temor a desagradar a la otra persona, incluso cuando eso va en contra de tus propias necesidades o deseos. Este patrón de comportamiento no solo te aleja de tu autenticidad, sino que también crea un resentimiento subyacente que, con el tiempo, afecta la calidad de la relación.
Para romper este patrón es crucial aprender a validar nuestras propias emociones y decisiones, sin depender de la aprobación externa. La autoestima y la autoaceptación juegan un papel fundamental en este proceso, ya que nos permiten ser fieles a nosotras mismas sin miedo a ser rechazadas por los demás. Y ojo: ser capaces de equivocarnos no sintiendo que hemos fracasado por eso.
El Temor al Conflicto
Muchas veces, evitamos el conflicto a toda costa, creyendo que es la mejor manera de mantener la armonía en nuestras relaciones. Sin embargo, evitar el conflicto es otro de los patrones que nos impiden construir relaciones significativas. El conflicto es inevitable en cualquier relación, pero la forma en que lo manejamos es lo que determina si nos acerca o nos aleja del otro.
Cuando evitamos el conflicto reprimimos nuestras emociones y necesidades, lo que puede llevar a una acumulación de resentimiento. Este resentimiento, a su vez, crea una distancia emocional que erosiona lentamente la relación. Al evitar hablar de lo que realmente nos molesta o preocupa, estamos cerrando la puerta a una comunicación honesta y a la posibilidad de resolver las diferencias de manera constructiva.
Un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid demostró que las parejas que enfrentan los conflictos de manera abierta y honesta tienden a tener relaciones más satisfactorias y duraderas. En lugar de evitar el conflicto, aprenden a expresarse de manera respetuosa y a escuchar al otro con empatía. Esto permite resolver diferencias sin dañar la relación, fortaleciendo la conexión emocional.
Un ejemplo común es cuando, en una relación de pareja, uno de los dos evita expresar su malestar por miedo a que la otra persona se enfade o que el conflicto dañe la relación. Sin embargo, esta falta de comunicación solo agrava el problema a largo plazo. Si evitas discutir temas importantes por temor a que surja una pelea, lo único que conseguirás es acumular frustraciones y resentimientos. Al final, esto afectará la relación de manera más destructiva que si hubieras abordado el problema desde el principio.
En lugar de evitar el conflicto, podemos aprender a abordarlo de manera constructiva. Esto implica expresar nuestras emociones de manera asertiva, sin culpar o atacar al otro, y estar dispuestas a escuchar y entender el punto de vista de la otra persona. De este modo, el conflicto se convierte en una oportunidad para profundizar la conexión, en lugar de una amenaza para la relación.
Los Patrones de Apego Inseguro
El apego que desarrollamos en nuestra infancia tiene un impacto profundo en nuestras relaciones adultas. Según la teoría del apego, las experiencias que vivimos con nuestros cuidadores nos dejan una huella emocional que influye en nuestras relaciones actuales. Muchas veces, los patrones de apego que formamos cuando éramos niñas se trasladan a nuestras relaciones actuales, influyendo en cómo nos relacionamos con los demás y cómo gestionamos nuestras emociones dentro de esas relaciones.
Por ejemplo, si crecimos en un entorno donde nuestras necesidades emocionales no fueron adecuadamente satisfechas, es probable que desarrollemos un apego inseguro. Esto puede manifestarse de diferentes maneras en nuestras relaciones adultas: podemos volvernos excesivamente dependientes de la otra persona, temiendo constantemente que nos abandone, o, por el contrario, podemos evitar el compromiso emocional por miedo a ser herida.
Algunos expertos y expertas en la materia, afirman que el apego inseguro suele manifestarse en la vida adulta como miedo al abandono o, por el contrario, miedo al compromiso. Estos patrones nos llevan a comportamientos que dificultan nuestras relaciones, como ser demasiado dependientes o, al contrario, evitar el acercamiento emocional.
Romper estos patrones requiere un trabajo consciente de autoconocimiento y sanación emocional. Identificar nuestros patrones de apego y cómo influyen en nuestras relaciones es el primer paso. A partir de ahí, podemos empezar a trabajar en desarrollar un apego más seguro, donde podamos establecer relaciones basadas en la confianza, el respeto y la autonomía.
Hay estudios, (como el realizado por la American Psychological Association o algunos llevados a cabo por la Universidad de Barcelona) que muestran que las personas con apego seguro tienden a tener relaciones más satisfactorias y duraderas. estos estudios destacan algo que necesitamos recuperar sí o sí: la importancia de la seguridad emocional como base para construir relaciones significativas.
El Temor al Rechazo
El miedo al rechazo es un patrón profundamente arraigado que muchas de nosotras llevamos a nuestras relaciones. Este temor nos lleva a actuar de manera defensiva, a no mostrarnos tal como somos, y a veces, incluso a rechazar a los demás antes de que ellos puedan rechazarnos a nosotras.
Este patrón (desgraciadamente) suele ser el resultado de experiencias pasadas en las que hemos sido lastimadas o rechazadas, lo que nos lleva a protegernos emocionalmente para evitar volver a sentir ese dolor. Sin embargo, este miedo al rechazo nos aleja de la posibilidad de crear relaciones profundas y auténticas.
Lo vas a ver claro con este ejemplo. ¿Alguna vez has conocido a alguien que, en lugar de expresar sus sentimientos hacia alguien, ha preferido distanciarse emocionalmente (y físicamente) para no correr el riesgo de ser rechazada? Fabricándose excusas del tipo: “Tampoco era para tanto”, “Realmente busca lo mismo que todos”, “Se está mucho mejor sola”, “¿Una relación ahora? Buffff, ¡qué pereza!”. Aunque en el momento parece una forma de protegernos, a largo plazo, nos impide conectar con los demás de manera genuina.
Superar el miedo al rechazo implica trabajar en nuestra autoestima y en nuestra capacidad de aceptar que no necesitamos la aprobación de los demás para sentirnos valiosas. Como explica la psicóloga Susan Jeffers en su libro “Aunque tenga miedo, hágalo igual”, el miedo al rechazo no desaparece, pero podemos aprender a enfrentarlo y a actuar a pesar de él.
ejercicio: el espejo de las relaciones 👩🏼❤️💋👨🏻
Una de las maneras más poderosas de entenderte a ti misma y a tus patrones en las relaciones es verlas como un espejo que refleja tu estado emocional interno.
Así que antes de continuar te quiero proponer que te tomes unos minutos para reflexionar sobre las relaciones más cercanas en tu vida. Piensa en las personas con las que interactúas regularmente, ¿de acuerdo? Por ejemplo, tu pareja, tu mejor amiga, tu madre, tu hermano, un compañero habitual de oficina, tus hijxs…
1/ Elige una relación que sientas que no está fluyendo del todo bien o donde sientas cierta incomodidad o desconexión.
2/ Escribe en un folio cómo te sientes en esa relación. Lo importante aquí es que sea catártico: es decir, que dejes salir todo sin juicio, vergüenza o apuro. ¿Qué emociones surgen cuando piensas en esa persona? ¿Te sientes juzgada, insegura, ansiosa, resentida? ¿O hay una sensación de armonía y calma?
3/ Hazte esta pregunta clave: ¿Qué me está reflejando esta relación sobre mí misma? Menuda pregunta, ¿verdad? Y es que me gustaría que pudieras ver así que a menudo, las relaciones reflejan nuestros propios miedos, inseguridades o necesidades no resueltas. Identifica si lo que te molesta de la otra persona tiene alguna raíz en tu interior, como por ejemplo el miedo al rechazo o la necesidad de aprobación.
4/ Comprométete a cambiar algo en ti antes de intentar cambiar la relación. ¿Qué podrías hacer diferente en tu manera de interactuar o de percibir la relación para que el cambio empiece desde dentro? ¿Quizás se trata de practicar la vulnerabilidad o mejorar tu comunicación emocional?
¿Para qué te he querido proponer este ejercicio? Para que pueda revelarte patrones que no habías notado antes. También puede ser el primer paso para ayudarte a comprender que nuestras relaciones muchas veces nos enseñan las lecciones más potentes sobre nosotras mismas.
RELACIONES CON MADUREZ EMOCIONAL: ¿POR QUÉ NOS CUESTAN TANTO?
Construir relaciones con madurez emocional es uno de los mayores desafíos que tenemos todxs. Te lo digo con la mano en el corazón. Sobre todo con las relaciones de pareja. Esto se debe, en gran parte, a que muchas de nosotras no hemos aprendido a gestionar nuestras emociones de manera saludable. Nadie nos enseñó. De manera que en lugar de expresar lo que sentimos de manera abierta y honesta, tendemos a reprimir, evitar o reaccionar de manera defensiva.
La madurez emocional en una relación implica ser capaces de expresar nuestras necesidades y emociones sin atacar al otro y de escucharle sin tomarnos las cosas de manera personal. Implica aceptar que todos tenemos nuestras propias heridas y que, a veces, esas heridas se activan en nuestras relaciones.
Te pongo en situación: una discusión con tu pareja. Puede que tú o tu pareja (o amb@s) en lugar de expresar lo que realmente sentís, reaccionéis con críticas o vuestras defensas habituales. En lugar de decir: “Me siento herida cuando no tienes en cuenta mi opinión”, decimos: “Nunca me escuchas”, lo que activa la defensa del otro y genera un conflicto mayor.
En la Terapia Focalizada en las Emociones se habla de la importancia de identificar las “coreografías” emocionales que se repiten en nuestras relaciones. Estas coreografías son patrones de interacción que se activan cuando nuestras heridas emocionales no sanadas salen a la superficie. La clave para romper estos patrones es aprender a identificar nuestras emociones profundas y comunicarlas de manera honesta y compasiva.
Reflexiona:
Si todas las relaciones de tu vida fueran un reflejo de la relación que tienes contigo misma, ¿qué te están mostrando sobre tu propio nivel de amor, aceptación y cuidado?
Bueno… Parece ser que esto es un gerundio, en el sentido de que vivir de manera auténtica es un proceso continuo de autodescubrimiento y autoconocimiento.
Así que, por favor 🙏🏻: quítate la presión de pensar que se trata de llegar a una versión final de ti misma (yo creo que no llegamos nunca a eso, al menos en esta vida). Es más bien vivir cada día alineada con tus valores, tus deseos y tu verdad interna. Ser tú misma, sin disculpas, es tu mayor acto de amor propio y la clave para una vida plena.
Y sé (porque he estado metida hasta el cuello en esto) que superar los patrones requiere de un compromiso muy fuerte contigo misma y un deseo igual de poderoso de querer salir de ahí… Quizás eso es lo más complicado: no tirar la toalla cuando empieces a sentir que ese trabajo interno escuece demasiado.
Por eso, si te identificas con algunos de estos patrones, te invito a que des el primer pasito realizando el test “Descubre tu Esencia Interior”. Con él podrás descubrir aspectos clave de tu personalidad que influencian la manera en que te relacionas con los demás y aprender herramientas para mejorar la calidad de tus vínculos. ¿Qué me dices, sol?
Te abrazo con todo el cariño 💜,
Rocío