¿Herida o cicatriz? Sanando las heridas emocionales del pasado

Rocío Moreno

A través de este artículo, exploraremos cómo identificar esas heridas, qué nos impide sanarlas y cómo podemos liberarnos de patrones emocionales que nos atan al dolor. Al reconocer y trabajar con nuestras heridas, abrimos espacio para la transformación personal y para una vida más plena y consciente.

La guía de encontrarte a ti misma

Sanar las heridas emocionales del pasado es un viaje profundo y transformador. A menudo, doloroso. Porque reconocer que viven hoy, aquí y ahora, contigo no es una tarea del todo sencilla. De hecho, estas heridas no son visibles a simple vista, pero sus efectos se manifiestan en todas las áreas de tu vida y en todo momento, afectando a tus relaciones, tu autoestima y tu capacidad para sentirte plenamente conectada contigo misma. Las heridas afectan a las decisiones que tomas, pero también en lo que no te atreves a hacer o en aquello que no te permites alcanzar (porque a veces el sabotaje es completamente inconsciente).

 

SANAR LAS HERIDAS ES REDIRIGIR TU VIDA

Cuando hablamos de sanar nuestras heridas emocionales, estamos hablando de mucho más que el simple hecho de “superar” un dolor del pasado. Sanar, insisto, es un proceso profundo y transformador que requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, amor hacia una misma. Porque sí: al escarbar, te va a molestar, doler y remover desde lugares o espacios que aún no conoces. Y eso, amiga, da miedito. A veces, mucho.

Las heridas que cargamos, ya sean grandes o pequeñas, impactan en cómo nos relacionamos con el mundo, con los demás y, sobre todo, con nosotras mismas. Y esto es como la pescadilla que se muerde la cola, ya que la narrativa que te des en tu cabeza acerca de quién eres o cómo son los demás contigo fabrican las experiencias que vives ahí afuera. En psicología es lo que se conoce como “profecía autocumplida”: al final eliges a personas o situaciones que te ratifican en tus creencias. Y es una rueda que, sin un trabajo personal profundo, es complicado salir.


 

Recuerda que el pasado no define quién eres, pero sí puede moldear cómo ves el mundo. Sanar significa recuperar tu verdadera visión y reconectar con tu esencia. Algo que posiblemente dejaste de sostener y de manifestar por adaptarte a tu entorno y a lo que se esperaba de ti.

 

LA CIENCIA DETRÁS DEL TRAUMA EMOCIONAL

Nuestras experiencias pasadas, especialmente las dolorosas, dejan una huella en nuestro sistema nervioso. De esto te hablo mucho más extensamente en este artículo acerca de la escucha somática. Pero voy a darte unas pinceladas para que sepas de lo que hablo.

 

Como seres humanos, estamos programadas para sobrevivir y el trauma puede alterar nuestra respuesta al estrés de manera significativa. Según la Teoría Polivagal desarrollada por el neurocientífico Stephen Porges, el nervio vago —que conecta el cerebro con el cuerpo— juega un papel crucial en cómo respondemos a situaciones estresantes o traumáticas.

 

Cuando vivimos experiencias emocionalmente dolorosas, nuestro sistema nervioso puede entrar en un estado de “lucha, huida o congelación”. Este estado, aunque útil en situaciones de peligro, se vuelve problemático cuando nuestro cuerpo sigue reaccionando de la misma manera mucho después de que la amenaza haya desaparecido. En términos simples, seguimos “atascadas” en el pasado.

 

Los estudios sobre la liberación de traumas muestran que cuando aprendemos a regular nuestro sistema nervioso y a integrar las experiencias pasadas, podemos reducir el impacto del estrés crónico en nuestras vidas. Autores como Bessel van der Kolk, en su libro El cuerpo lleva la cuenta, enfatizan cómo el cuerpo retiene el trauma y cómo la sanación debe incluir tanto la mente como el cuerpo.

 

CÓMO RECONOCER LAS HERIDAS EMOCIONALES

Antes de sanar, es fundamental reconocer las heridas. Para muchas de nosotras, nuestras heridas emocionales pueden provenir de la infancia, de relaciones tóxicas, o de experiencias traumáticas que hemos vivido. Quizás una infancia marcada por la falta de validación emocional o una relación en la que nos sentimos invalidadas y desvaloradas. Estas experiencias nos enseñan a desconfiar, a cerrarnos o incluso a reprimir nuestras emociones.

 

La psicoterapeuta Alice Miller, autora de El Drama del Niño Dotado, habla sobre cómo las heridas de la infancia marcan profundamente la manera en la que nos desenvolvemos en la vida adulta. No se trata solo de lo que nos pasó, sino de cómo integramos esas experiencias en nuestra identidad. El primer paso es hacer visible lo que hemos estado evitando o negando. Porque la sanación empieza cuando reconoces que eres digna de amor, independientemente de las heridas que llevas dentro.

 

El impacto de las heridas no sanadas

Las heridas que no sanamos tienen una manera sutil, pero poderosa, de manifestarse en nuestra vida diaria. Tal vez te encuentras repitiendo patrones en tus relaciones, atrayendo personas que te hacen sentir como lo hiciste en el pasado. O tal vez te das cuenta de que reaccionas de manera desproporcionada ante situaciones que, objetivamente, no son tan graves. Estos son claros signos de que una herida emocional del pasado sigue activa.

 

Un estudio publicado en el Journal of Affective Disorders (2018) encontró que las personas que han experimentado traumas emocionales no resueltos tienen una mayor tendencia a sufrir ansiedad, depresión y problemas en las relaciones interpersonales. El cuerpo y la mente están conectados y lo que no sanamos emocionalmente a menudo se manifiesta en el cuerpo como tensión, enfermedad o agotamiento crónico.

 

Ejercicio Práctico: escribe una carta a tu niña 

  • Escribir una Carta a tu Niña Interior: Busca un momento de paz y calma en tu entorno y siéntate a la mesa con un bolígrafo y una libreta. Vas a escribir una carta a la versión más joven de ti misma, esa que aún lleva el dolor de las heridas pasadas. Háblale con cariño, ofrécele consuelo y permítele expresar todo lo que no pudo en su momento. Este ejercicio te ayudará a conectar con tus emociones más profundas y a empezar el proceso de liberación.

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SANAR EL TRAUMA DESDE EL CUERPO

La sanación no solo sucede en la mente, sino también en el cuerpo. De hecho, el cuerpo es un aliado poderoso en este proceso.

 

La escucha somática, una técnica terapéutica que integra cuerpo y mente, nos permite prestar atención a las sensaciones físicas que acompañan nuestras emociones. A menudo, el cuerpo guarda el trauma mucho después de que la mente lo haya olvidado. Y esto lo puedes detectar fácilmente en ti: por ejemplo, ¿has sentido alguna vez una opresión en el pecho cuando recuerdas una experiencia dolorosa? Pues amiga, eso es tu cuerpo recordando lo que tu mente ha querido dejar atrás.

 

Peter Levine, creador del método Somatic Experiencing, enseña que el trauma queda atrapado en el cuerpo, y que para sanar verdaderamente necesitamos permitirle al cuerpo liberar esa energía contenida. Esto puede implicar movimientos, respiraciones profundas, o simplemente prestar atención a lo que el cuerpo está sintiendo sin juzgar ni tratar de cambiarlo.

 

Tienes un artículo completo en el que te cuento acerca de esto con más profundidad. 🙂 Pero, si te parece, podemos hacer aquí y ahora un pequeño ejercicio. 

 

Práctica: Exploración somática

  • Tómate unos minutos cada día para sentarte en silencio y prestar atención a las sensaciones de tu cuerpo. ¿Dónde sientes tensión? ¿Hay alguna parte que se sienta más pesada o incómoda? Simplemente observa, sin intentar cambiar nada. Esta práctica te ayudará a tomar conciencia de dónde están almacenadas las emociones en tu cuerpo y a liberar suavemente esas tensiones.

EL CAMINO HACIA LA AUTENTICIDAD

Sanar las heridas del pasado no significa olvidarlas, sino aprender de ellas y liberarnos del peso que nos impiden ser auténticas. Es un proceso de reconexión con nosotras mismas, con nuestra esencia más profunda. Y en ese proceso comenzamos a darnos cuenta de que ya no necesitamos vivir según las expectativas de los demás ni actuar desde el miedo o la desconfianza.

 

A lo largo de mi experiencia como terapeuta y coach transpersonal, he tenido la gran suerte de acompañar a unas cuantas mujeres en ese viajazo. Es algo que en mis sesiones de  Mujer Raíz tengo muy claro: ofrecerte un espacio seguro donde explorar y sanar esas heridas, creencias, patrones… para que puedas vivir desde un lugar libre de lo que nunca fue tuyo, sol. Que el brilli brilli de la libertad interior es muy gratificante, la verdad.

 

Y es que a través del trabajo profundo de sanación, las mujeres empezamos a experimentar una libertad interna que nunca habíamos conocido. Este es el espacio donde realmente empezamos a ser nosotras mismas, sin miedo al juicio o al rechazo. Como señala Tara Brach en su obra Aceptación Radical (libro que DESDE YA te recomiendo leer): “solo cuando estamos dispuestas a enfrentarnos a lo que hay dentro de nosotras mismas, podemos descubrir una verdadera liberación y amor incondicional”.

 

 

 Dicho todo esto…

¿Estás lista para reconectar con tu esencia? 😉 Pues te lo pongo de inicio muy peroquemuy fácil. Te invito a descubrir tu auténtico yo con el test “Descubre tu Esencia Interior” . Gracias a él vas a poder iniciar este camino con una infografía de tu tipo de esencia y con una guía gratuita de 60 páginas 🎁 (sí, se me ha ido un poco de las manos) donde vas a encontrar ejercicios y prácticas para empezar a indagar en ti misma. ¡Haz clic aquí para comenzar!

 

Te apapacho con amor 💜, sol

Rocío

 

Rocío Moreno

Y soy La Introvisionaria.

Rebelde, creativa, muy amante del silencio y del detalle. Bebedora de te Chai con cúrcuma y devoradora de libros empedernida. ¡Ahm!… Y me automedico: escribo.

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